lunes, agosto 20, 2012

JOHN PAUL KEITH EN VALLADOLID



JOHN PAUL KEITH

19 DE SEPTIEMBRE 2012
SALA PORTA CAELI

John Paul Keith es un brillante guitarrista y cantante; de ese tipo de compositores que crean grandes melodías sin apenas esfuerzo. Su nuevo álbum "The Man That Time Forgot" está editado en Big Legal Mess a través de Fat Possum Records. Producido por Bruce Watson de Fat Possum, captura el espíritu y la energía de los directos de Keith y su banda The One Four Fives, pero explora un amplio abanico de temas e influencias que van desde el Tex-Mex, el garage rock, el countrypolitran, el soul/pop de mediados de los 60's, el rockabilly, e incluso el jazz-blues de Mose Allison. Es a la tercera escucha cuando todo se ve claro: Estas canciones son increíbles. Desde el inicio con "Never Could Say No", hasta el irónico vals que cierra el disco, "The Last Last Call",  este es el trabajo de un enorme compositor.
John Paul Keith, hijo de un camionero, se crió a las afueras de Knoxville. Aprendió a cantar en la iglesia y a tocar la guitarra a los diez años cuando su padre le regaló una acústica y un par de discos: un golden hits de Chuck Berry y los mejores éxitos de B.B. King.  Esa fue la primera vez que escuchó música que no fuera country. A The Beatles los descubrió siendo ya de adolescente. Con diecisiete años ya llenaba salas en Knoxville con The Viceroys, pero dejó la banda porque no le gustaba la dirección que estaba tomando su música. A los veintiuno se mudó a Nashville, montó su propia banda, y firmó con una multinacional en cuestión de meses. Se trataba del meteórico ascenso del chico en el que toda la industria musical había puesto sus ojos, y también quería poner su anzuelo.
John Paul Keith puede resumir todo lo demás en tan sólo unas lineas. Te cuenta casi todo lo que necesitas saber sobre él durante los 30 primeros segundos de "Spills and Thrills", su espontáneo debut de 2009, con temas tan atemporales y elaborados que jurarías que son caras B de los 50's o 6o's. Sobre una rítmica batería y una punzante Telecaster,  Keith canta "En fin, soy preciso, pero nunca a tiempo /  Un paso adelante, dos pasos atrás / Nunca he tenido suerte,  y nunca he ido a la moda / Muchos dolores de cabeza cuando abría la boca." Bendecido y condenado con un excepcional talento y una muy común tozudez sureña, Keith habría llegado mucho más lejos en la industria musical si hubiera tenido un poco menos de cerebro y bastante menos integridad.
Después de años de frustrantes peregrinaciones, Keith se mudó a Memphis  y se dió por vencido. Pero Memphis no es el lugar más adecuado al que ir si lo que quieres es dejar la música. Finalmente, se volvió a enamorar de la guitarra y pronto empezó a frecuentar Taylor's Music, donde conoció al baterista John Argroves y al bajista Mark E. Stuart. La recién formada banda decidió tocar algunas versiones en un garito local, y en poco tiempo ya se había unido a la banda el organista y pianista Al Gamble. Tomando su nombre de la progresión de acordes I-IV-V que forman los cimientos del blues y el rock'n'roll, los recién llamados One Four Fives le dieron a Keith algo que no había logrado durante todos estos años: U grupo de músicos receptivos que lo igualaban en talento y en integridad. John Paul Keith and The One Four Fives se convirtieron en la banda más feroz de Memphis. Fue en esa ciudad, Memphis, donde Keith empezó a escribir las mejores canciones de su vida.
Además del lanzamiento de "Spills And Thrills", Keith  continuó con la gira por los Estados Unidos como telonero de la banda de Memphis, Lucero, y más tarde por Europa con la leyenda del garage-punk, Jack Oblivian. 2009 y 2010 mantuvieron a The One Four Fives muy ocupados en Memphis, editando el CD Live At The Hi-Tone y otros dos 7". La historia continúa en 2011 con "The Man That Time Forgot",  el segundo álbum de Keith para Big Legal Mess Records y en 2012 dando el salto a Europa.


Reseñas estraidas del blog de nuestro amigo Pepo EL AUTOBUS MAGICO 


John Paul Keith, "Spills and Thrills"



Se acaba el año y es tiempo de hacer listas de discos favoritos. Personalmente no compro demasiadas novedades y tiro más de reediciones (¡fantásticas las de Chuck Berry, Buddy Holly, Mudhoney, Damned o Beasts of Bourbon!) y abundante material usado. Aún así siempre caen algunas novedades; son pocas pero intensas, y de elegir un disco del año sería sin duda el debut de John Paul Keith and The One Four Fives, “Spills and thrills”, ya no por la originalidad de la propuesta, ni por su actitud enrollada, sino por lo contrario, al pinchar el disco la magia se repite una y otra vez, el mismo cosquilleo que se siente al escuchar un gran disco, algo así como asistir a una fiesta con Chuck Berry, Booker T, Gram Parsons, Dave Edmunds o John Lee Hooker como invitados especiales.
Haciendo un poco de historia, John Paul Keith creció en Knoxville, Tennessee al ritmo de viejos LP’s de Chuck Berry, Jerry Lee Lewis o Doug Sham. En 1994 formó parte de los V-Roys, un grupo de country-rock protegido por el mismísimo Steve Earle. En 1997 John Paul se mueve a Nashville para formar The Nevers, otra banda que obtiene muy buenas críticas. En 1999 The Nevers se separan y Keith forma junto a Ryan Adams, The Pink Hearts, uno de los múltiples proyectos paralelos del niño terrible Adams. En el 2001 se une a Stateside grabando dos álbumes, de nuevo con excelentes críticas. En el 2005 John Paul deja Stateside y emprende una nueva aventura, se mueve a Memphis, o lo que es lo mismo, una de las cunas del primigenio Rock and Roll, pero también hogar de clásicos modernos como Jack Yarber (Oblivians) o Harlan T. Bobo, con los que toca a menudo por los garitos de la ciudad.
Curiosamente, a pesar de que Keith tiene una trayectoria musical de vértigo, no es hasta este 2009 cuando se decide a publicar su primer disco en solitario con la ayuda de The One Four Fives, o lo que es igual, una de las secciones rítmicas más prestigiosas de la ciudad, con todos sus miembros curtidos en mil batallas. “Spills and Thrills” es como se llama el disco, y dentro de su carpeta a lunares negros y azules, con John Paul Keith y su flamante Telecaster en primer plano, se esconde tímidamente un trozo de plástico negro circular, un objeto inanimado que cobra vida propia al pincharlo en el tocadiscos, y te atrapa a la primera escucha. John Paul es un encantador y entusiasta del Rock and Roll, que hace realidad aquello que decía Lou Reed en 1970 (“A pesar de todas las amputaciones podías bailar con una emisora de Rock and Roll”). No inventa nada nuevo, ni lo pretende, pero tiene el don de apropiarse de estilos clásicos como Rhythm and Blues, Country, Soul, Pop y lo que se le ponga por delante. El disco está grabado en directo en el estudio, como debe ser, y aunque suena con fuerza no te taladra los tímpanos. El mágico esquema de dos guitarras, bajo, batería y órgano se repite, pero también incorpora algún precioso arreglo de Pedal Steel en los temas más country.
Las doce canciones de “Spills and Thrills” no tienen desperdicio. Suena “Lookin’ for a thrill” y sin duda Dave Edmunds y Nick Lowe te guiñarían el ojo puesto en el pop de toda la vida. “Pure cane Sugar” es un nervioso Rock and Roll donde riffs de guitarra juguetean con un piano escuela Jerry Lee Lewis. “Secondhand heart”resucita el espíritu de la Sun Records con ese aire entre Country y Doo Wop.“She’ll dance to anything” esta hecha para bailar hasta que salga el sol y tus tobillos no aguanten más; me encanta ese beat de batería con cierto toque latino que trae a la memoria la clásica “Watch your step”, y enorme el solo que se marca John Paul. En “Cookie bones” la banda no disimula su admiración hacia Booker T. and the MGs, que como no podía ser de otra forma, el teclista Al Gamble se lleva el gato al agua, y para cerrar la primera cara del disco, “Let’s get gone” es un Boogie que levantaría al mismo John Lee Hooker de la tumba.
Al dar la vuelta a “Spills and Thrills” uno se pregunta si el nivel se mantendrá. Las dudas se disipan cuando suena “Smoke in a bottle” que inmediatamente trae a la cabeza a los primeros Flamin’ Groovies, aquellos que nos hicieron vibrar con el maravilloso “Supersnazz”. Más pedal Steel y más country con “Otherwise”, toda una delicia interpretada a la manera del sonido Nashville con una fuerte sensibilidad pop que es bienvenida. Los corazones rotos también están invitados a esta fiesta, y a continuación suena una preciosa balada llamada “Rock and Roll break your heart” que literalmente pone los pelos de punta. “If i were you” es lo más enérgico del lote, puro Pop, puro Reigning Sound, puro beat, puro optimismo; sencillamente una canción perfecta. Suena el rasgueo de una guitarra, canta John Paul y al poco entra toda la banda en su plenitud con “Too hip”, un gran tema Rhythm and Blues hecho para bailar, beber y amar sin importar el orden. Esto se acaba, pero todavía no te quites los “zapatos de gamuza azul” y déjate llevar por ese “Doin’ the devil’s work” que renueva el lado más festivo del Rock and Roll, que nunca debería perder.
Después de este gran trabajo, solo pido un deseo a los reyes magos, encabezados por Chuck Berry: Que John Paul Keith y el resto de la banda se dejen caer por tierras españolas.

John Paul Keith, "The man that time forgot"


John Paul Keith no es nuevo en este blog. Hace un par de años pasó por aquí su majestuoso y pletórico debut, “Spills and Thrills”, y a día de hoy, por lo menos en mi caso, es un disco que aún no se ha “quemado” y suena tan refrescante y disfrutable como el primer día. Dos años después el bueno de John Paul vuelve a la carga con otra colección de canciones directas, sencillas, pero hechas con gran amor. Un amor por el Rock and Roll que se mantiene insobornable y enciende la mecha de una tradición que une Rhythm and Blues,Swing, Garage, Country, Soul o Pop. Su nuevo trabajo se llama“The man that time forgot”, y en poco más de treinta minutos John Paul Keith se merienda un gran pedazo de pastel de música americana con una colección de canciones propias, tan jugosas como la tradición musical que revive.
John Paul Keith tras una amplia experiencia musical a mediados de los 90 en su Knoxville natal, posteriormente cambia su residencia a Memphis, Tennesse, donde por lo visto está a punto de abandonar la música, pero afortunadamente, la efervescencia musical local favorece la empatía con gente como Jack Oblivian oHarlan T Bobo, y es cuestión de poco tiempo que nuestro protagonista coja la guitarra de nuevo y forme su propia banda. Afortunados nuestros oídos por tan acertada decisión.
“The man that time forgot” nos trae al tiempo presente gloriosas épocas pasadas de Rock and Roll, cuando realmente era una música popular, abierta, extravertida, un gran rito de diálogo natural con el público, mediante solicitud-respuesta, mucho antes de que el artista se ahogara en su propio endiosamiento. Pero sobre todo “The man that time forgot” crea un hilo de conexión basado en el ritmo, como antes lo hizo Fats Domino, Bo Diddleyo Hank Williams, pero tampoco se limita a copiar los patrones originales de manera idéntica. John Paul Keith tiene su cancionero propio, y os aseguro que es una fuente inagotable de bienestar, son temazos como la copa de un pino que no están al alcance de muchos.
Si me preguntaran que disco es mejor, si “Spills and Thrills” o este último, no me mojaría, ambos son impresionantes, y como en su día hice polvo mi copia de “Spills and Thrills” ahora le toca sufrir lo suyo a “The man that time forgot”, y de momento me resulta imposible librarme de esas canciones. Adoro el tema que da título al álbum por su sencillez y ternura, “Never could say no” te espabila con unas palmas de lo más festivas, “Anyone can do it” es puroBobby Fuller, el puente perfecto entre Buddy Holly y la British Invasion en los 60. “Afraid to look” engrasa el corazón con el nervio de la música de Garage. “Somebody ought to write a song about you” es una delicatessen Soul que te lleva de la mano por los estudios Ardent en Memphis en los 60 y 70, “Dry county” es unRockabilly que seguro hace las delicias de los fans de Hi-Risers.“Bad luck baby” apunta al inmortal Buddy Holly pero con la perspectiva de la New Wave de un elegante Elvis Costello, y para coger carrerilla “I work at night” flirtea con el Swing más dinámico donde el órgano juguetón sustituye a la sección de metales. Pero que mejor que cerrar el disco con un sentido y melancólico Country como es “The last last call”, en fin, que cada uno de los temas por una u otra razón es recibido con una enorme sonrisa, y este disco debería ser de obligada escucha para las gentes de bien y de mal vivir.



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